Para incomunicarnos mejor

Como el lobo de caperucita, una vez, allá lejos en los tempranos '80, alguien sugirió en una cena diplomática, de compromiso laboral de mis padres, que los modernos “walkman” eran una aberración que iniciaba el camino del aislamiento y la incomunicación. Sugirió esta persona que si la ciudad resultaba tan agresiva que para aislarnos del entorno era necesario colocarnos un auricular al punto de ignorar todo lo que sucedía a nuestro al rededor, íbamos rumbo a una pérdida total del sentido de la solidaridad y camino a la más cruel alienación. Yo no llegaba ni a los quince años por entonces, y el comentario me pareció tan reaccionario como aterrador. A mi modo de ver las cosas, el walkman era un ícono de la libertad individual, de la intimidad y hasta de la “profundidad interior”.

Pero todo cambia y hasta uno. Recordé este evento perdido en las curvas de mi cerebro cuando una alumna me pidió el otro día hacer una prueba escrita con los auriculares puestos porque no podía concentrarse.

-¿Cómo que no podés concentrarte? ¿hay algo más importante en este momento para vos que resolver la prueba? le dije, con un buen argumento pero con serias sospechas.

-¿Cree que me voy a copiar como Zulemita? - me dijo, leyendo mi pensamiento sobre la superficie de mis pupilas, mientras me ofrecía el auricular para que escuchara el contenido musical.

-No – resolví.-En realidad, no me interesa revisar tu i-pod, concentrate sin tecnología.

La verdad es que odio asumir el rol de policía, mucho no me cabe... bah... no me cabe nada.

Y luego me topé con una parodia al famoso comercial de Apple... ¿me estaré volviendo vieja o en verdad o estamos alcanzando sin mucho estruendo el sueño perfecto de la burbuja propia? ¿A dónde nos lleva éste panorama?

El viejo comercial de Apple

La parodia al comercial del Apple, dos décadas después....

por Graciela Paula Caldeiro