Las ilusiones en las relaciones humanas

Se disponía a decir: “Vengo de parte de Fulano”, pero vio una cara de tan pocos amigos que, antes de tomar asiento, se incorporó, se puso el sombrero y dijo, dando la espalda: - Me voy de parte de Fulano. (Jules Renard, Journal)

JLB y Bioy Casares, Cuentos breves y extraoridinarios

Pensar que la realidad es mera ilusión quizá sea una idea demasiado radical para sostenerla en estos tiempos. Cuando George Berkeley, postulaba su nominalismo absoluto, resumía sus reflexiones bajo el slogan: “ser es ser percibido”. Esto significa que el ser de una cosa dependía o se relacionaba específicamente con el hecho de que alguien pudiera percibirlo.

Más allá de esta terminante postura gnoseológica, parece ser claro para todos que la percepción es la puerta que la realidad sensible tiene en nosotros. De allí su importancia. En psicología se suele diferenciar entre sensación (la recepción del estímulo) y la percepción (la interpretación, esto es, la asignación de un valor y un significado a la sensación detectada).

Ilusionismo

La ilusión óptica (y otras formas de ilusionismo) ilustran bien este fenómeno, una contradicción entre sensación y percepción. Ahora bien... explicar una ilusión suele ser algo bastante simple, y la cuestión se agota en un mero divertimento. Si trasladamos estas experiencias de percepción confusa a nuestra percepción de la realidad cotidiana, veremos sin duda que esta suele estar viciada de creencias, especulaciones, de proyecciones, en síntesis... de limitaciones. Esto se hace evidente, por ejemplo, en las relaciones humanas. Nuestra percepción de los otros, incide sin duda en nuestras decisiones más que muchos otros factores y tantas otras veces, esto nos lleva inevitablemente al error. ¿De qué depende nuestra habilidad para comprender la realidad más allá de lo que percibimos... simplemente?

por Graciela Paula Caldeiro