Se ha señalado casi hasta el aburrimiento que las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación tienen el don de la ubicuidad. Sin embargo, hasta hace poco, en la realidad económica de paises subdesarrollados, como Argentina, esta afirmación tenía ciertos ecos pretenciosos. Pero posiblemente por efecto del progreso vegetativo que beneficia hasta a los países más atrasados, este ha sido el primer verano en el cual la omnipresencia de la conectividad es realmente un hecho palpable: veraneando en la costa en un balneario de clase media, más del 50 por ciento de los restaurantes, confiterías y casas de té, ofrecen Wi-fi gratuito, pero también los balenarios, las estaciones de servicio y hasta pequeñas hosterías. Es harto frecuente ver en todas partes y a cualquier hora, gente de todas las edades con sus pequeñas computadoras (y no tan pequeñas), blackberrys, iphones, palms y todo tipo de dispositivos móviles.
Ante este contexto, no falta quien sostiene que esta hiperconectividad conspira contra la posibilidad de descansar, afirmando incluso la necesidad de desconectarse para poder hacerlo. Mientras que otros, consideran a la inversa, que la conectividad les permite justamente, disfrutar de un espacio-tiempo diferente sin descuidar obligaciones, cuyo "abandono" podría generar una innecesaria ansiedad. No faltan los que inlcuso viven la conectividad como una parte imprescindible de sus vidas, participando activamente de las redes sociales mientras toman sol, conocen nuevos destinos o simplemente miran a los niños correteando por la arena.
Las opiniones están divididas... to be unplugged or plugged? Todo un tema.