Empatía: el arte adivinar la respuesta a la pregunta “¿qué te pasa?”

El: ¿Estás enojada?

Ella: NO, ESTOY BIEN. ¿NO VES?

El: ¿Y si no estás enojada, por qué gritás? ¿se puede saber qué te pasa ahora?

Ella: LO QUE ME IRRITA ES QUE ENCIMA ME PREGUNTES QUÉ ME PASA ¿¡PUEDE SER QUE NUNCA ENTIENDAS NADA!? (Pelea anónima y poco creativa)

La empatía o la capacidad a través de la cual podemos comprender las emociones ajenas, se construye sobre la conciencia de uno mismo. Cuanto más abiertos seamos a las emociones del prójimo, más nos comprendermos a nosotros mismos.

Ponerse en el lugar del otro y saber qué siente, es un desafío muy particular. Principalmente, porque los códigos lingüísticos no suelen alcanzar para transmitir la sutileza de lo emocional. El mensaje emocional de lo que se dice, obviamente, no puede encontrarse en el contenido sino en una observacion cautelosa de las formas... y además, exige siempre un lectura entre líneas, una expedición a la lógica del doble discurso.

Las explicaciones biológicas de la empatía se rastrean en la zona derecha de los lóbulos frontales. Los experimentos con primates no humanos parecen demostrar incluso que el cerebro está especialmente diseñado para responder a las expresiones emocionales, lo cual a su vez, da cuenta de una ventaja adaptativa: comprender, a través de la interacción con otros individuos cuál es la respuesta más conveniente o el momento más propicio para algo, es, por lo menos, un buen augurio a la hora de buscar el éxito. (Daniel Coleman, 1996)

Del mismo modo, emociones como la ira, podrían actuar eventualmente como bloqueadoras del sistema de interpretación de códigos paralingüísticos, ya que los mecanismos que esta desata a nivel biológico, no favorecerían la percepción de estas señales ‘silenciosas’ que requieren un trabajo de decodificación por parte del cerebro emocional.

Pero es improbable que ésta raiz biológica sea determinante. La interacción entre lo dado y la adquirido es obvia: se cree que los sentimientos de empatía comienzan a construirse a partir de la infancia a través de una suerte de “educación emocional” mediante la cual el niño comienza a descubrir a partir de la interacción con sus referentes adultos que no solo puede ser comprendido emocionalmente por otro sino que también los sentimientos no tienen por qué ocultarse bajo la alfombra.

Hay personas con una gran habilidad para la empatía, aunque saber controlar esta habilidad es también importante para que no se transforme en una desventaja emocional. Y hay otras personas, incapaces de comprender el mensaje implícito de las emociones.

Se suele afirmar que las mujeres son más ‘empáticas’ que los hombres, esto se explicaría en la diferente forma en que son educados emocionalmente niños y niñas. Pero las generalizaciones suelen ser mezquinas, ¿qué piensan uds.?

por Graciela Paula Caldeiro