La ingeniería genética es un rama de enorme potencial cuyas aplicaciones son enormes: desde la cura de enfermedades hasta la producción de especies comestibles resistentes a las plagas u otras propiedades. En 1988, la Universidad de Harvard solicitó una patente por un ratón alterado genéticamente que sería utilizado para experiencias científicas en el estudio de cáncer. Fue esta la primera vez que se otorgó una patente por un código genético.

Si bien el hecho de que el ADN modificado fuera patentado resultó novedoso, la alteración “artificial” de las especies en sí misma no era cosa nueva: forzar la cruza de plantas y animales con el objetivo de obtener una descendencia que priorice ciertos rasgos sobre otros es una práctica antiquísima. En este sentido, es posible entender la alteración del ADN como una evolución científica y tecnológica en la misma línea... aún cuando las implicancias sean mucho más complejas y sofisticadas.

Creo que no está en duda que el proceso que implica la manipulación genética supone un desarrollo científico importante y una inversión considerable en recursos económicos y humanos... de algún modo hay que financiar tales recursos y el usufructo de los derechos que da una patente podría ser uno de los modos, pero es cierto también que desde el punto de vista ético, el asunto resulta si no cuestionable, al menos, polémico... ¿cuál es tu opinión al respecto?